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MEDITACIÓN

Cada día me vuelvo más y más consciente de que soy un extraño en tierra extranjera, a todo, salvo al silencio, salvo a la luz, salvo al viento, salvo a las estrellas, salvo a la luna, salvo a los seres. Más y más extraño a las palabras. El diccionario, el vocabulario del silencio es el río, la montaña, el valle, el mar, el bosque. Extraño a todo lo que contamina la mirada de esta existencia frágil.

No, no basta mirar, escuchar la savia que sube árbol arriba; no basta oler la fragancia de una rosa. Algo, otra cosa es imprescindible: no dejarse acosar, invadir, por expectativas, deseos ambiciosos, no dejarse cegar, por decirlo de una vez, por esa tendencia del ego, que es como una cárcel. Y jamás una prisión puede ser el hogar del hombre, nuestro hogar. En esas tendencias que nos llevan a vivir asomados afuera, no hay aroma, ni luz, ni viento que huela a laurel, a romero, a pino, a enebro. Solo hay ambición, codicia. Nada más.

Únicamente a través de una mirada purificadora, se ve todo en condición virgen, inmaculada. El silencio nos devuelve la vida en verdad, pura, inocente, seductora.

JOSÉ FERNÁNDEZ MORATIEL, O.P.

Horario de Meditación

Martes:  de 21:00 a 21:30 h

Jueves:  de 19:00 a 19:30 h

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